ARTÍCULO

“Nuestro estilo de vida dispara nuestra predisposición genética”

Empty space, drag to resize
escrito por
LOLA SALADO
contenido
¿Cómo afecta la alimentación a nuestro cerebro? ¿Puede una depresión estar causada por una alteración en la microbiota del intestino? ¿Cómo influye la microbiota en las funciones cognitivas: memoria, atención, regulación emocional?

A estas y otras preguntas respondió Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas, en una conversación con Gustavo G. Díez, director de Nirakara Lab, titulada “Microbiota, intestino y salud mental”. Fuel el pasado 11 de mayo en el marco del ciclo de conferencia de Medicina del Estilo de Vida, realizado por la Catedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid.

Justo en esos días Sari Arponen presentaba su nuevo libro "El sistema inmunitario por fin sale del armario", del que Gustavo confesó haber disfrutado muchísimo. “Es un placer tenerte aquí, teniendo en cuenta que esta conferencia es parte del ciclo, y tu libro básicamente habla sobre estilo de vida. Es un acto de clausura perfecto, porque esta es la última conferencia que haremos antes del verano”.

Mientras la presentaba, destacó su enfoque “desde lo holístico como esa tendencia a conocer que los sistemas en realidad no se pueden separar en entidades aisladas, si no como un todo y eso significa "holos", una compresión integrada de todas las disciplinas. Sari también fomenta un estilo de vida saludable -explicó- mediante el conocimiento científico, que aparece no solamente en sus libros, sino también en sus podcast y charlas publicadas en la red, promoviendo la reflexión y la responsabilidad individual que cada individuo tiene sobre su propia salud”.

Gustavo. (… tu enfoque) me parece que es como dar un golpe en la mesa, una llamada de atención, una exhortación a entender que el cuerpo es una especie de ecosistema. Para que os fijéis, hay 39 billones de bacterias más o menos en el cuerpo, 30 billones de células más o menos, así que el 50% del cuerpo es no humano. 

El cuerpo está constituido de un amplio número de especies; somos muchos en este cuerpo y me parece que hay una buena metáfora para entenderlo. Todos sabemos que las hojas mueren o se caen en otoño, los animales también mueren en el suelo y todo este material biológico se recicla, pasa a formar parte del suelo por lo que en el suelo hay un ecosistema extraordinario de microorganismos, bacterias, hongos… que además están intercomunicados, ¡algo extraordinario! Animales como los ácaros, los nematodos, insectos, lombrices, todos ellos viviendo en equilibrio. Pues bien, tu digestión, el hecho de que puedas digerir una manzana, está causado por una población de bacterias que tienes en tu intestino que hace esa labor, y por lo tanto tú puedes absorber esos micronutrientes. Esta es la simbiosis que hemos generado con estos seres, es decir, es como si tuvieras un suelo en tu intestino, un suelo rico en otras especies. 

Hablando de bosques, hay un artículo publicado en "Scientific Reports" de 2018, en el que los autores encontraron que a mayor diversidad de especies, mayor resiliencia en los ecosistemas. Esto se hizo en un bosque tropical en el que se vieron zonas que tenían menos diversidad que otras, y se pudo demostrar que las zonas con menos diversidad eran muchísimo más débiles a los cambios bruscos de temperatura, o a las lluvias. Es decir, que la diversidad genera resiliencia, ¿pasa igual en nuestro ecosistema con patas, es decir a mayor diversidad microbiana, mayor resiliencia?

Sari. Sí, en general sí, por lo menos en el intestino. La microbiota es el conjunto de microorganismos que tenemos en el cuerpo. Cuando la gente piensa en los microorganismos piensa en el intestino, ¿verdad? Y aquí sí que a mayor diversidad microbiana mayor resiliencia, mayor salud, también. ¿Y qué pasa en las sociedades occidentales educadas, industrializadas, ricas y democráticas, supuestamente? Que tenemos un estilo de vida que hace que perdamos diversidad microbiana, fundamentalmente, en el intestino, donde es importante tener diversidad. Pero como comemos poca diversidad de alimentos, tenemos poco contacto con la naturaleza y últimamente también poco contacto con otros seres humanos, tenemos poca diversidad.

Es verdad que esto no es así en todas las partes del cuerpo porque, por ejemplo, en la vagina las mujeres no tienen que tener muchísima diversidad; tenerla puede ser un problema, lo que hay que tener es un ecosistema en equilibrio. Asimismo, en la boca y en la piel tampoco es importante la diversidad, pero en el intestino sí. Y, efectivamente, a mayor diversidad con un estilo de vida saludable, mayor salud en general. Un intestino con un ecosistema más diverso es más saludable, sin duda.

Gustavo. (…) Dada la complejidad que tienen los ecosistemas en general, y en particular el ecosistema que tenemos dentro, con tantas especies que algunas tienen entre sí relaciones de comensalismo, otras de mutualismo, otras son depredadoras, otras se alimentan de los restos… En fin, como un bosque. Me planteaba si la ecuación que tenemos en mente cuando consumimos, por ejemplo, un probiótico para mejorar nuestra microbiota y aportar más diversidad es correcta, ¿realmente es así o al introducir una especie que aparentemente puede ser buena en un ecosistema, resulta que a lo mejor puede fastidiarle?, ¿puede pasar esto con los probióticos?

Sari. Afortunadamente con los que hay comercializados en general, no. Claro, bien seleccionados. Hay probióticos de muchísimos tipos; son esos microorganismos vivos que pueden darnos beneficios para la salud.

Y ojo que también se pueden utilizar en animales. Muchas veces se obvia la salud animal y es importante ese concepto de one health, de una sola salud, de salud planetaria, de salud animal. Así que los animales también pueden tomar probióticos.

En los seres humanos cuando tomamos probióticos (de derivación humana) adaptados al intestino humano, no nos van a dar un problema de ecosistema, porque realmente hay muy pocos géneros y muy pocas especies de probióticos que vamos a introducir. Me refiero a los clásicos, bifidobacterias y lactobacilos, en general no van a darnos problemas, y de hecho van a equilibrar el ecosistema más; son bacterias beneficiosas, bacterias comensales.

Pero es verdad que en el campo de la microbioterapia, de los productos bioterapéuticos vivos, (que es como se llama la utilización de microorganismos vivos para mejorar la salud), se están investigando microorganismos que no son probióticos clásicos, que se están aislando de intestinos humanos, pero que no están presentes en alimentos, como  las bifidobacterias y lactobacilos. Son bacterias de nueva generación como probióticos, como la Akkermansia que es una bacteria que se están investigando para la longevidad y la obesidad; la Faecalibacterium prausnitzii que también se está investigando para ciertas patologías, por ejemplo, neurodegenerativas, y otras muchas que se cogen de intestinos humanos, luego se procesan y se acaban dando como probióticos.

Con estos, todavía, no tenemos tantos estudios de seguridad; son muy nuevos y todavía no están ni siquiera comercializados, salvo la Akkermansia en Estados Unidos. De hecho, hay dudas de si de verdad los vamos a poder utilizar para todas las personas de la misma manera. Por eso están tardando tanto en salir al mercado. Otro tema, que a lo mejor las personas que nos están viendo les suena son los trasplantes de microbiota fecal.

Gustavo. No sé si le sonará a todo el mundo…

Sari. Consiste en coger las heces de una persona supuestamente sana, las procesas, las encapsulas y se las pones a una persona que tiene una enfermedad x.

Claro, cuando tú coges todas las heces, estás cogiendo un ecosistema entero: todas las bacterias, todos los virus, los hongos… y se lo estás introduciendo. ¿Y sabes lo que pasa? Que sabemos cosas de microbiota pero desconocemos muchísimas, y si tú analizas una microbiota intestinal con estudios metagenómicos, (es decir, el genoma de todos los microorganismos que hay ahí), puede ser que la mitad de material genético pertenezca a microorganismos que no sabemos lo que son. Por tanto, con los nuevos probióticos no sabes bien el efecto que van a tener y puede haber sorpresas con efectos no deseados, que de hecho están sucediendo, como engordar muchísimo.

Gustavo. En tu nuevo libro "El Sistema inmunitario sale del armario" hablas de la microbiota, ¿crees que la microbiota es parte del sistema inmunitario? Porque en parte también nos protege.

Sari. Sí, la microbiota es una parte fundamental. Digamos que es como si nuestro sistema inmunitario hubiera externalizado una parte de sus funciones. Es como si coges un freelance y le dices: - "oye, échame una mano en mis defensas que yo solo no llego". Pero, realmente, no es que se contemple como una parte concreta de nuestro sistema inmunitario, que al final son células propias, si no que sería una empresa de seguridad a la que subcontratas o externalizas ese servicio, debido a que es una parte muy importante de defensa. La microbiota nos ayuda a defendernos contra los patógenos. Ahora que venimos de la época del covid, sabemos que la microbiota oral y nasal, o intestinal influye en la respuesta que tenemos frente a este virus, incluso nos puede determinar una defensa adecuada frente a virus o bacterias.

Por otro lado, la microbiota también modula el sistema inmunitario, le enseña qué cosas son buenas y qué cosas son malas, siempre entre comillas, lógicamente. Y puede hacer que el sistema inmunitario esté en un estado de vigilancia tranquila, antiinflamatorio: la microbiota está bien, será que no hay problemas grandes en las barreras, en la boca, en el intestino. O puede ser que si la microbiota está desequilibrada, que los freelance se hayan vuelto chungos y quieran arrasar con todo y le están diciendo al sistema inmunitario: - “oye, aquí están pasando cosas, estamos alborotados y te la vamos a liar". Entonces, ¿qué pasa? Que el sistema inmunitario en vez de estar en un estado de vigilancia tranquila se inflama, se pone en alerta y empieza a provocar problemas prácticamente en cualquier sitio del organismo. Así que hay una estrecha correlación de la microbiota con el sistema inmunitario, pero yo diría más bien que son servicios externalizados.

Gustavo. Has tocado un tema que me parece muy central y es el desequilibrio crónico producido por una inflamación de baja intensidad pero que es crónica. ¿Podrías explicar qué es este desequilibrio crónico, a qué se debe y cómo afecta a nuestra salud?

Sari. Pensemos que el sistema inmunitario cumple una serie de funciones y una de las principales es defendernos de los microorganismos patógenos que nos producen infecciones. Virus, bacterias, hongos y que ancestralmente nos mataban. Pensemos en la peste. En Europa, en la Edad Media, se estima que llegó a matar entre un tercio y la mitad de la población. Fue una barbaridad y fue una bacteria. Y ¿qué pasó? Que no murieron todos, gracias a que había gente con un sistema inmunitario que en ese momento les protegió, les resolvió la infección y pudieron resistir. No había antibióticos entonces, no había vacunas, no había una adecuada higiene, no había alcantarillas. Entonces, el sistema inmunitario hace esa función de defensa. Y ¿qué pasa? Que cuando tenemos una infección, una gripe, una infección de orina, lo que sea, el sistema inmunitario se pone en alerta y monta una respuesta inflamatoria. 

Y ¿qué te hace el sistema inmunitario? Que te provoca una fiebre, hace que estés hecho polvo y te metas en la cama, y coge mucha energía. Es decir, el sistema inmunitario con sus células monta una defensa frente al patógeno, la bacteria o el virus, y te resuelve la infección y te curas, o a lo mejor te mueres.

Hoy en día no pasa esto porque tenemos antibióticos y afortunadamente podemos solventar muchas infecciones. Así que tener de vez en cuando una infección entra dentro de lo normal en la vida del ser humano; tener una gripe de vez en cuando entra dentro de lo normal; tener un catarro de vez en cuando entra de lo normal, o la típica herida mientras estás cortando la verdura, y el sistema inmunitario te lo inflama y te defiende para que ahí no haya problemas.

Pero ¿qué pasa? Hoy en día tenemos un montón de estímulos de la vida moderna no infecciosos en la inmensa mayoría, pero que generan un poquito de inflamación en el sistema inmunitario. Por ejemplo, la contaminación: vivimos donde hay muchos coches que expulsan contaminantes, metales pesados; comemos alimentos que pueden contener sustancias tóxicas como pesticidas, herbicidas o plaguicidas en pequeñas cantidades, que no te van a matar, pero el sistema inmunitario dice "esto es un poco tóxico" y se inflama un poquito pero no consigue resolverlo, porque igualmente te van a seguir entrando los pesticidas y los metales pesados.

Asimismo, el estrés crónico, fruto de los estresores crónicos psicosociales, como estar en un atasco y llegar tarde al trabajo, tener una hipoteca a 30 años, las continuas noticias de la televisión que nos ponen en alerta… son cosas pequeñas que están inflamando continuamente el sistema inmunitario, pero un poquito, porque el sistema inmunitario dice: - "bueno, esto no me mola, pero hoy no me va a matar, no me inflamo mucho, no hace falta", pero te inflama un día tras otro, tras otro. En concreto en el intestino, además, por un patrón de alimentación cada vez que comemos se inflama un poquito por si acaso hubiera patógenos.

Así que cada vez que comemos nos inflamamos; si comemos cinco veces al día con productos ultraprocesados, llenos de aditivos, o de micotoxinas o de pesticidas nos inflamamos un poquito. Y ¿qué pasa? Pues que el sistema inmunitario hace esa pequeña inflamación pero no resuelve nada, ¿cómo va a resolver una hipoteca a 30 años?, o ¿cómo va a resolver que estés comiendo aditivos y endulzantes y emulsionantes cada día? No lo resuelve pero se mantiene un poquito inflamado de continuo, y esta inflamación continua, crónica, de pequeño grado es lo que se ha identificado como la teoría germinal de las enfermedades crónicas, una teoría del todo que explicaría la inmensa mayoría de las enfermedades crónicas que sufrimos en las sociedades hoy en día, que muchas veces no nos matan a corto pero nos quitan mucha calidad de vida. Ahí está el problema: nuestro estilo de vida nos genera esa inflamación que no resuelve nada y sin embargo nos enferma.

Gustavo. He leído, y no solamente en tu libro, que hay asociaciones cada vez más robustas entre este tipo de inflamación, también llamado trastorno metabólico con enfermedades autoinmunes, resistencia insulínica, obesidad, diabetes, arterioesclerosis, trastorno del estado de ánimo, depresión, neurodegeneración a largo plazo, cánceres, y también con otra serie de enfermedades que no son de origen transmisible. Entonces, aunque es verdad que a corto plazo no te matan, estas son las causas más importantes de mortalidad en nuestra sociedad.

Sari. Si, efectivamente, nueve millones de muertes al año por enfermedades cardiovasculares y seis millones por accidentes cerebrovasculares y unos casi 20 millones por cáncer en el mundo al año.

Pero ¿por qué pasa esto? Cuando se secuenció el genoma humano, nos dijeron, bueno, ahora que conocemos los genes ya podremos curar todas las enfermedades porque todo es genético, y si resolvemos los problemas genéticos, resolvemos las enfermedades. Han pasado algunas décadas y no ha sido así, por desgracia. Ojalá, lo hubiera sido.

"Sin embargo, todas estas patologías pueden tener un sustrato de predisposición genética, pero ¿qué pasa? Y esta frase la repito muchas veces en los libros o cuando doy charlas: tenemos una predisposición genética que es como una pistola cargada que se dispara por nuestro estilo de vida.

Entonces, una persona tendrá una predisposición genética a una enfermedad autoinmune o a la obesidad, o a la diabetes, luego tendrá esa disbiosis sobre todo a nivel intestinal o en la boca con un aumento de la permeabilidad de las barreras. Es decir, la barrera de defensa para que no entren cosas extrañas del exterior está abierta; pasarán esas bacterias malas de la microbiota al interior y eso genera esa situación de endotoxemia metabólica, que comentabas, junto a la inflamación crónica de bajo grado. Además, esos factores del estilo de vida que nos provocan la disbiosis y la apertura de la barrera provocan también la inflamación.

Por tanto, ¿qué tiene una persona que enferma? Una predisposición genética a x enfermedades, porque no hace un lupus quien quiere, hace un lupus quien tiene la predisposición genética, porque ha heredado esos genes, pero también tiene un problema de microbiota, una endotoxemia metabólica, con daños que nuestro estilo de vida está haciendo en nuestras propias células. Cuando en conjunto todo eso se suma, se generan estas patologías crónicas que comentas. Sabemos que en prácticamente todas las enfermedades autoinmunes hay una predisposición genética, una disbiosis, una permeabilidad de barreras y los factores del estilo de vida.

En España más del 50% de la población tiene sobrepeso u obesidad, aquí hay una resistencia a la insulina y es totalmente del estilo de vida, asociado a que si tienes una mayor predisposición genética estarás peor.

Sobre los trastornos del estado de ánimo, hay que decir que estamos ante una crisis de salud mental, que ya había antes de todo lo que ha sucedido en este último par de años. En la actualidad, ya hay mucha evidencia que nos dice, que con la depresión muchas veces hay neuroinflamacion en el cerebro, pero también suele haber problemas de microbiota, por esa comunicación doble entre el intestino y el cerebro.

Entonces ¿qué sucede? Puede que haya una predisposición genética, pero si tú tienes un estilo de vida y un entorno adecuados puede ser que nunca llegues a expresar esos genes de enfermedad, y que nunca enfermes.

Otras implicaciones es la visión fármacocentrista de la medicina, donde si tienes una enfermedad x o un hallazgo analítico de, por ejemplo, colesterol alto, te dicen "tomate esta pastilla", pero no se va a las causas de las patologías, no se va a esos hábitos y a ese estilo de vida que nos enferman.

No se hace suficiente hincapié en que la mayoría de los hábitos saludables ayudan de verdad a prevenir patologías, e incluso a tratarlas. No me gusta hablar de curación, porque curar una enfermedad crónica es complicado; me gusta más hablar de sanación o de reversión de las patologías o de control de las patologías. Se puede llegar incluso a revertir la diabetes tipo 2 con un estilo de vida adecuado y llegar a quitar insulina y fármacos, pero no se va a poder hacer con pastillas.

"Este es para mí uno de los grandes errores de la medicina del siglo XXI, que tiene cosas muy buenas, buenísimas y salva muchas vidas, yo no digo que no, pero para estas patologías crónicas tiene un fallo fundamental: no incidir en el estilo de vida incorporándolo a la sanidad pública, con profesionales que enseñen a la gente a llevar un estilo de vida saludable. Es urgente que el estilo de vida sea prioritario en la sanidad pública tanto para prevención como para tratamiento.


El nudo gordiano de la sanidad
La experta a lo largo de esta conversación fue muy crítica con el sistema sanitario en España ante el maltrato sistemático que recibe la atención primaria y la salud mental. “A día de hoy se dedican muchísimos recursos a una asistencia sanitaria reactiva, es decir a cuando los pacientes ya tienen la patología”. Realidad que contrapuso a los muchos estudios que demuestran que una atención primaria de calidad que incorpore a otros profesionales, como nutricionistas, psicólogos y dentistas, y con un enfoque preventivo, se ahorraría mucho dinero y aumentaría la calidad de vida de las personas.

“¿Sabes la historia del nudo de Gordon, el nudo gordiano? Que no se podía desatar porque era un nudo demasiado complicado, así que llegó con su espada y desató el nudo. Hay que hacer una verdadera revolución en el sistema sanitario y trabajar mucho más en prevención”, dijo Sari Arponen, quien no pudo evitar criticar que tanto la sanidad como la educación se utilicen políticamente como un arma arrojadiza, en vez de desarrollar estrategias con sentido.

Entre sus propuestas destaca la “Slow Medicine Revolución", una plataforma de divulgación sobre salud y estilo de vida con perspectiva evolutiva de la que es precursora junto con la doctora África Villarroel sobre alimentación, actividad física, ritmos circadianos, suplementación… y otras muchas herramientas de las que hablan a través de podcast y de su blog, con el objetivo de ayudar a tomar las riendas de la salud de sus seguidores.

A lo largo de la conversación también mencionó la importancia del contacto con la naturaleza y los baños de bosque. En sentido contrario, destacó el enorme daño que provoca “nuestra relación abusiva y adictiva con la tecnología”, para lo que propuso hacer desconexión y ayuno digital. "Es fundamental para la salud mental, así como la alimentación, el ejercicio físico y el abrazarnos con nuestros seres queridos. Hacer conexiones reales”, insistió.

Sari Arponen animó a de 24 horas, al menos 12 desconectar de las redes sociales y los móviles. También un día a la semana no utilizar dispositivos electrónicos ni internet, y un fin de semana largo todos los meses y al menos dos semanas de vacaciones sin dispositivos digitales. "Esto, si eres autónomo puede parecer muy difícil, y es difícil lo sé, pero tenemos un problema de dependencia de las tecnologías y nos enferma igual que nos enferma estar metidos en la cueva, sin la luz del sol por el día, y la necesitamos no solo por la vitamina D, sino porque la luz artificial también nos enferma”.

Muy en resumidas cuentas propuso cuidar la salud física y mental con una alimentación antiinflamatoria prebiótica a base de comida real y una menor ingesta. “La mayoría de la gente come mucho”. Además de hacer ejercicio físico, tener más movimiento, más conexión con la naturaleza y con otros seres humanos. “Fíjate que todo lo que te he dicho es gratis”, recalcó.

Sobre el ayuno intermitente, en el que se extendieron, defendió hacerlo durante unas 12 o 13 horas en personas adultas sin ningún problema de salud, y comer dos o tres veces al día según las preferencias. “Para la mayoría de la gente es óptimo, es estupendo, tiene mucha evidencia científica, y lo que no tiene evidencia ninguna de que sea bueno, es comer cinco veces al día y cenar a las 11 de la noche. Eso genera patología”, dijo sin contemplaciones.

Una y otra vez, la experta recomendó buscar profesionales actualizados tanto de la medicina como de la nutrición o cualquier aspecto relacionado con la salud.

(Este texto es una transcripción sintetizada y editada de la videoconferencia que se puede ver íntegramente en https://youtu.be/wCMIVdLC3xU)

Sari Arponen es Doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Complutense de Madrid, profesora universitaria y experta en microbiota. Licenciada en Medicina por la Universidad de Murcia, se especializó en Medicina Interna en el Hospital Universitario de la Princesa de Madrid. Tiene un máster en Enfermedades Infecciosas y otro en VIH, un posgrado de tres años en Psiconeuroinmunología Clínica por la Universidad Pontificia de Salamanca, y es Experta Universitaria en Nutrición.

Escrito por Lola Salado

Director del Instituto Nirakara,
Físico Teórico (UAM). Máster en Neurociencia (UAB). Máster en Inteligencia Artificial (UPM). TDI en el Centro de Mindfulness de la Universidad de Massachusetts. Codirector del MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction) de la Universidad Complutense de Madrid y Codirector del Máster en Mindfulness en Contextos de Salud de la UCM. Investigador y profesor de Intervenciones basadas en Mindfulness.

Mantén al día a tu cerebro

Si quieres que te avisemos cuando publiquemos nuevos artículos, suscríbete a nuestros blog.
Gracias!